a) El progreso intelectual
Sus grandes adelantos son considerados como una reforma social, es decir, tuvo por objetivo la modificación de la sociedad en el sentido de la revolución y de la república, con el propósito de adaptarla al nuevo régimen polÃtico. O'Higgins entendió que para poder organizar una verdadera república necesitaba cambiar la cultura y las costumbres que se mantenÃan desde la colonia.
El Instituto Nacional, fundado en 1813 fue reabierto en 1819, y un año más tarde lo fue también la Biblioteca Pública, reorganizada por Manuel de Salas. A su vez se menciona el Liceo de La Serena (1821) y las escuelas lancasterianas, en ValparaÃso y Santiago. "Lancasterianas" porque se inició un nuevo método de enseñanza, que consistÃa en que los propios niños se instruyeran entre sÃ, mutuamente, lo mismo que en el sistema de los "monitores" que se usó después. Para implantarlo se consiguió que vinieran al paÃs algunos profesores extranjeros, de los cuales dos eran ingleses de credo protestante. Desde otro punto, se ordenó a los cabildos y a los conventos de religiosos y de religiosas la apertura de escuelas primarias; favoreció los servicios de imprenta, destacando con ello el periódico del gobierno llamado Gaceta Ministerial. Además se fundó la Academia Militar, destinada a la formación de oficiales y suboficiales.
b) El progreso material
En Santiago fundó el Mercado de Abastos, hoy Mercado Central, para la venta de todos los comestibles que consumÃa la capital. Con esta obra la ciudad ganó en salubridad y aseo; dejó de ser, en gran medida, lo que habÃa sido, cuando la venta de los productos se efectuaba en su costado oriente y se arrojaban a las acequias abiertas todos los desperdicios El Cementerio General que hoy tiene Santiago fue fundado bajo su gobierno, no sin antes escuchar la protesta de la Iglesia Católica, la cual persistÃa en enterrar a los muertos dentro de las iglesias o junto a ellas.
Alameda de las delicias del 1800
Creó el Teatro Municipal. La ancha avenida central que Santiago posee (mucho tiempo llamada la Alameda, y ahora Avenida del Libertador Bernardo O'Higgins), fue también obra del Director Supremo. Mediante su iniciativa se construyó allà un paseo sombreado por varias hileras de álamos; las acequias se hicieron de ladrillos, y el pedregal y basural que habÃa allÃ, como antiguo lecho de rÃo, desapareció. Se decretó el alumbrado de las calles, que debÃa ser servido por los vecinos, poniendo un farol en la puerta principal de las casas y manteniéndolo encendido hasta la medianoche. Se organizó la policÃa urbana y rural, en la mejor forma que lo permitieron los recursos; desde entonces existieron los "serenos" nocturnos que hasta muchos años después decÃan las horas y anunciaban a gritos los cambios del tiempo.
La pavimentación de las calles, la higiene pública y el ornato local le permitieron desde entonces a Santiago parecerse a una ciudad moderna; también participaron de ello ValparaÃso, Concepción, La Serena y otras ciudades. ValparaÃso adquirió un rápido desarrollo con la población extranjera cuyo número pasaba los 3.000 individuos, y con la creciente actividad de los negocios, como consecuencia de la libertad comercial y mercantil.
Ordenó, además, que las riñas de gallos, las corridas de toros, la celebración del carnaval, o “chaya", las fiestas en las tabernas de los arrabales, en donde predominaban los juegos de azar y las borracheras más incorregibles, juntamente con peleas, en muchas ocasiones sangrientas, fueran terminadas.
O'Higgins concluyó, en 1821, la construcción del canal del Maipo. Autorizó el establecimiento de un servicio de diligencias entre Santiago y ValparaÃso, a las cuales se agregó un correo diario entre ambas ciudades. En otro orden, hubo de sostener el gobierno del Director Supremo una tenaz lucha contra el bandidaje. Numerosas bandas recorrÃan los caminos rurales, asaltando y matando con frecuencia a los transeúntes y a los moradores de las haciendas. Su acción determinó la completa encarcelación de dichos individuos.
c) Reformas sociales
O’Higgins decretó la abolición de los tÃtulos de nobleza entregados por el rey a algunos vecinos ricos y de los distintivos o escudos de armas que lo certificaban. Tales "jeroglÃficos" –fueron sus términos– estaban fuera de una república. Poco tiempo después intentó abolir los mayorazgos. A su vez, creó una Legión de Mérito, corporación cÃvica a la cual entrarÃan por gracia del Director las personas más distinguidas en el servicio público.
d) Relaciones con la Iglesia Católica
Obispo Rodriguez Zorrilla
Las relaciones del gobierno con los dignatarios de la Iglesia, se mantuvieron hasta cierto punto amistosas. Su empeño por transformar la sociedad de la Colonia fue resistido por el clero. Pero habÃa una parte de este partidaria de la revolución, sirviéndose de ella, asumiendo los mismos derechos que sobre los funcionarios religiosos tenÃa el rey de España.
Sin embargo, existÃan ciertos problemas que se debÃan resolver: la reglamentación, la renta del clero y el nombramiento de los obispos de Concepción y de Santiago, cargos que estaban vacantes. Para la diócesis de Santiago, restituyó en su cargo al obispo RodrÃguez Zorrilla, que al fin se mostró dispuesto a reconocer la situación de Independencia creada en Chile, y envió a Roma, para ver modo de arreglar estas cuestiones directamente con el Papa –que se obstinaba todavÃa en no reconocer los nuevos Estados de América–, al presbÃtero José Ignacio Cienfuegos, patriota resuelto, que habÃa servido interinamente el cargo de obispo de Santiago.
e) Relaciones internacionales
Celebró alianzas con los gobiernos del Perú y Colombia y mantuvo el pacto anterior con la Argentina. Se reconoció la Independencia por parte de Brasil, México y los Estados Unidos. El de este último paÃs produjo en Chile un regocijo especial, aunque los Estados Unidos no reconocÃan a Chile particularmente, sino a todas las naciones formadas en la América antes española (1822). O'Higgins mantuvo también un agente diplomático en Inglaterra, de cuyo gobierno se esperaba reconociera la Independencia de los Estados del nuevo continente. Logró para Chile, por intermedio de su agente en Inglaterra, Antonio José de Irisarri, contratar un empréstito por un millón de libras esterlinas.
La oposición al gobierno de O’Higgins
El Gobierno de O'Higgins enfrentó serias dificultades. Entre ellas se cuentan la dictación de un reglamento provisional conocido con el nombre de Constitución de 1818. Estipulaba la existencia de un Senado al que se ha llamado "Conservador", compuesto de cinco miembros, de acuerdo con el cual debÃa ejercer el mando, y un Supremo Tribunal Judiciario, encargado de la alta administración de justicia, él se reservaba facultades casi ilimitadas; él mismo nombraba a los miembros de esas corporaciones y no ponÃa plazo al desempeño de su autoridad personal.
Su extrema condición de hombre poderoso, sumado a la ejecución de los Carreras, el asesinato de Manuel RodrÃguez, las excesivas contribuciones al Fisco, su empeño por abolir las prerrogativas de la nobleza, su poco respeto a las ideas religiosas dominantes, el favor que entregaba a los extranjeros, la Ãndole democrática de sus relaciones; todo eso era juzgado con severidad en los cÃrculos afectados por su actuación.
Para paliar tal situación, convoco a una Asamblea Constituyente. La elección de los representantes populares en toda la República extralimitó los hechos, ya que bajo la presión del gobierno y a la exclusiva voluntad del Director, esta Asamblea sancionó una nueva Constitución, del año 1822. Ella entregaba el Poder Ejecutivo a un Director Supremo que debÃa ser elegido por seis años y podÃa ser reelegido, por una sola vez, por otros cuatro años. EstablecÃa un Poder Legislativo bicameral y mantenÃa la conformación del Poder Judicial de la Constitución del año 1818.
General Ramón Freire
Claramente se expresaba la perpetuidad del poder por parte de O’Higgins. La reacción contra esta disposición se vivió a fines de ese mismo año, cuando se levantó la provincia de Concepción encabezada por el intendente, general Ramón Freire. DÃas más tarde se sublevaba la provincia de La Serena. La guerra civil parecÃa inevitable.
Abdicación de O’Higgins
Poco antes de mediodÃa del 28 de enero, la sala del Consulado se vio invadida por una multitud de personas de las más representativas de Santiago. Deseaban dirigirse al palacio de gobierno a exigir a O'Higgins su renuncia El Director Supremo pregunta: "¿Cuál es el objetivo de esta asamblea?" Se le responde que ella desea su dimisión, como la única forma de evitar la guerra civil que se comienza a observar sobre la República.
O'Higgins exclama: "No me atemorizan los gritos sediciosos ni las amenazas. Desprecio hoy la muerte como la he despreciado en los campos de batalla. No puedo ni debo seguir la discusión iniciada en la forma que ha tomado". El Director discute con la comisión encargada y se deja convencer de la necesidad de su retiro del gobierno.
En reemplazo del Director, queda la Junta compuesta de tres miembros y un secretario, que son, respectivamente, los ciudadanos AgustÃn Eyzaguirre, José Miguel Infante, Fernando Errázuriz y Mariano Egaña.
O’Higgins, al entregar el poder señala: "Siento no depositar esta insignia ante la Asamblea Nacional de quien últimamente la habÃa recibido; siento retirarme sin haber consolidado las instituciones que ella habÃa creÃdo propias para el paÃs y que yo habÃa jurado defender; pero llevo a lo menos el consuelo de dejar a Chile independiente de toda dominación extranjera, respetado en el exterior y cubierto de gloria por sus hechos de armas. Ahora soy un simple ciudadano".
Hidalgamente pide que se le acuse de los delitos cometidos y concluye exclamando, mientras se abre la casaca con tal precipitación que hace saltar los botones: "Tomad de mà la venganza que queráis. Aquà está mi pecho". Un fuerte "¡Viva el general O'Higgins!" fue la respuesta. DÃas después O'Higgins se trasladó a ValparaÃso, y, al cabo de un juicio de residencia, que duró varios meses y que terminó con una completa justificación de su conducta, se embarcó para establecerse en el Perú, de donde no volverÃa. Nadie dudó entonces de que en el patriota del año 10, en el general del año 12, y en el Director Supremo del año 23 habÃa también un ciudadano.
Finalizaba asà la Patria Nueva.